Cuando hablamos de verano y niños, también hablamos de diversión en el agua. A los peques les encanta zambullirse, nadar y jugar en piscinas, parques acuáticos y balnearios. Sin embargo, al ser espacios compartidos por mucha gente, no están exentos de ciertos riesgos.
Las aguas comunitarias pueden contener bacterias, virus y microorganismos que causen infecciones. Y aunque suelen ser leves en la mayoría de los casos, no está de más conocer cuáles son los principales riesgos y qué podemos hacer para evitarlos.
Niños y embarazadas, los principales afectados por las enfermedades de las piscinas
a pesar del tratamiento aplicado en este tipo de aguas, es posible contraer infecciones provocadas por el contagio de otros usuarios, siendo los balnearios uno de los espacios más susceptibles debido a las altas temperaturas de sus aguas. Los riesgos aumentan en el caso de piscinas muy masificadas o que no cuentan con un tratamiento adecuado del agua y las instalaciones.
Tan solo en un 10% de los casos, las infecciones se contraen en espacios naturales como ríos o pantanos, debido principalmente a la contaminación del agua por microorganismos o factores externos.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, los niños, las mujeres embarazadas y las personas con enfermedades o medicación crónica son quienes tienen mayor riesgo.
Estas son las infecciones más habituales transmitidas en aguas recreativas
Infecciones de oído
La llamada "otitis del nadador" es muy común entre los niños y puede darse en uno o en ambos oídos. Esta provocada por la inflamación de la piel que recubre el conducto auditivo externo, ocasionando dolor, comezón y pérdida temporal de la audición.
Para prevenirla se aconseja reducir el tiempo que los niños permanecen en el agua y secar bien los oídos cuando salgan de la piscina utilizando una toalla seca.
Infecciones oculares
Las conjuntivitis de las piscinas se caracterizan por la aparición de ojos rojos, lagrimeo, escozor y sensibilidad a la luz, entre otros síntomas. Las causantes son, en la mayoría de los casos, las clamidias (Chlamydia trachomatis), unas bacterias resistentes a los productos químicos del agua, aunque también puede ser provocada por algunos virus, como el adenovirus y el virus del herpes.
La mejor forma de evitar infecciones e irritaciones oculares a causa del cloro es que los niños utilicen gafas de buceo.
Infecciones de la piel
Los sarpullidos, la dermatitis bacteriana, la conocida como "foliculitis del jacuzzi" (provocada por un microbio frecuente en aguas calientes o mal mantenidas), los moluscos infecciosos, los hongos y los papilomas en los pies son las principales infecciones de la piel que pueden contraerse en las piscinas y centros acuáticos.
Entre las medidas de prevención destacaría el uso de chanclas para acceder a duchas y vestuarios, no compartir artículos de piscina y ducharse con agua y jabón después del baño.
Enfermedades gastrointestinales
De acuerdo a los CDC, parásitos como la Giardia, bacterias como la E. coli o la Shigella, y virus como el Norovirus estarían detrás de las principales infecciones gastrointestinales contraídas en las piscinas, y cuyos síntomas más comunes son los vómitos y las diarreas.
La mejor forma de prevenir estas infecciones es inculcando a los niños la importancia de no tragar agua cuando estén bañándose en la piscina, así como evitar los baños en piscinas que no cuentan con el debido tratamiento de las aguas o espacios acuáticos con mala calidad del agua.
Enfermedades respiratorias
También pueden contraerse en el agua infecciones respiratorias que causen tos o congestión, debido a la presencia de ciertas bacterias o microorganismos.
Por otro lado, los componentes químicos que se utilizan para el tratamiento de las aguas también pueden provocar efectos en las vías respiratorias en los ojos y en la piel, especialmente en el caso de niños con dermatitis atópica, asma o rinitis alérgica, o tras pasar un tiempo prolongado en la piscina.
Medidas para prevenir los contagios en piscinas y aguas recreativas
Aparte de las medidas particulares que hemos comentado en cada caso concreto, existen otras precauciones generales que podemos tomar para prevenir los contagios en las piscinas en bebés y niños:
- Darse una ducha antes y después del baño en la piscina. Aunque es una recomendación a la que no se le suele hacer caso, se trata de una buena medida de higiene para evitar transmitir infecciones o contagiarse.
- Ducharse en casa después del día de piscina con agua y jabón ayuda a eliminar gérmenes que pueden haber quedado adheridos en la superficie de la piel.
- A igual que nos duchamos nosotros, también es recomendable lavar los bañadores después de cada uso.
- No hacer pis en la piscina. Aunque sabemos que es difícil de controlar en el caso de los niños pequeños, los padres podemos prevenir que se les escape el pipí llevando al niño al cuarto de baño antes de meterse en el agua, y recordándole cada cierto tiempo la necesidad de ir.
- Utilizar pañales de agua en el caso de niños que todavía no controlan esfínteres, y revisarlos cada poco tiempo cuando se estén bañando para detectar cuando es necesario cambiarlos.
- No compartir con otros artículos personales ni de piscina, como chanclas, toallas, gafas de bucear, manguitos, flotadores, hinchables acuáticos..
- No acudir a una piscina pública si estamos convalecientes de una enfermedad infecciosa o hasta que el médico lo considere.
El verano es una época del año para que los niños disfruten del agua y del buen tiempo, pero sin olvidarnos de tomar todo tipo de precauciones para evitar los posibles problemas que puedan impedir que disfrutemos de unos merecidos días de ocio en familia.