1-Gripe en niños: el tratamiento
Si tu hijo tose y tiene fiebre, decaimiento y dolores musculares y de cabeza, quizá esté pasando una gripe (los más pequeños, además, pueden presentar vómitos y diarrea).
Lo primero es ir al pediatra para que valore si es gripe o un resfriado (se diferencian en que la primera provoca más decaimiento, tos seca que puede ser sin mocos y la fiebre puede llegar a 39 ºC).
La gripe es una infección muy frecuente en los meses de noviembre a marzo y resulta altamente contagiosa entre los niños, ya que éstos secretan más cantidad de virus y los “comparten” más que los adultos (por eso si tu hijo la coge no debe ir al cole o a la guarde).
La transmisión se produce a través de partículas de saliva que se diseminan en el ambiente al toser o estornudar y también a través de las manos: el niño toca un objeto contaminado y lo chupa o se lleva las manos a la boca o a la nariz.
Cómo se trata la gripe en los niños
La gripe suele durar unos siete días, pero hay síntomas como el cansancio o la tos que pueden mantenerse durante dos semanas. Hay que decir que en niños menores de 2 años o con ciertas patologías la enfermedad podría ser grave y requerir ingreso hospitalario (incluso antivirales), pero por lo general basta con tratar los síntomas: el médico recetará parecetamol para la fiebre y el malestar, suero fisiológico para ayudarle a limpiar la nariz y expulsar los mocos y reposo para el cansancio. No se emplean antibióticos (salvo que el pediatra lo indique), ya que es una infección viral y no bacteriana.
Eso sí, si el pequeño tiene fiebre alta (más de 38 ºC) durante tres o cuatro días, está decaído e inapetente, se lleva la mano al oído con expresión de dolor o presenta dificultad respiratoria, llévale de nuevo al médico para que lo ausculte y valore alguna otra infección secundaria a la gripe, como otitis, bronquitis...
Además de darle los fármacos que indique el médico, debes seguir unos cuidados en casa para aliviarle. Procura que beba mucho líquido y ofrécele las comidas en pequeñas cantidades y a menudo, pero sin obligarle a comer. La cebolla es un buen remedio contra la tos: si ya toma todas las verduras, puedes prepararle una sopa de cebolla y ofrecerle el caldo.
Si vomita o tiene diarrea has de vigilar su hidratación: cuando observes que moja poco el pañal o no orina, que la orina es de color oscuro, que la fontanela de la parte superior de su cabeza se ha hundido o que las mucosas de la boca aparecen secas o pastosas, debes acudir al médico.
Para evitar la deshidratación ofrécele líquido con frecuencia, aunque el niño no te lo pida. Y dáselo a cucharadas, así es más difícil que vomite. Muchos pediatras recomiendan bebidas ricas en sales minerales, que suelen ser un buen sustituto del suero oral.
En los bebés hay que procurar realizar lavados nasales y aspirar los mocos tras cada lavado para evitar que se acumulen en las fosas y puedan producir otra infección, como la otitis.
Además, cuando el pequeño tiene taponada la nariz suele dormir y comer peor, por eso se recomienda realizar el lavado nasal antes de cada comida y antes de acostarlo. También podrá respirar mejor si mantienes cierta humedad en el ambiente, así le ayudas a fluidificar los mocos. Utiliza un humidificador, renovando el agua a diario para que no genere hongos.
2-Gripe en niños: la prevención
Aunque es difícil evitar el contagio de la gripe, sí existen medidas para reducir la exposición de tus hijos al virus, sobre todo si tienes niños de riesgo (con alguna enfermedad de base).
Toma nota de estos consejos para prevenir que tus hijos cojan la gripe:
- El lavado frecuente de manos con agua y jabón es la medida más eficaz para evitar contagios. Conviene que lo hagáis al llegar de la calle, antes de manipular alimentos y, sobre todo, después de toser o estornudar. Enséñale a lavarse con jabón líquido (no en pastilla), despacio y frotando entre los dedos y en el dorso de la mano. También podéis usar gel de alcohol para desinfectarlas.
- Al toser o al estornudar hay que cubrirse con un pañuelo de papel (no de tela) y tirarlo después.
- La lactancia materna es el mejor seguro contra la gripe. Si estás dando el pecho y la coges, no lo interrumpas: la leche materna contiene en esta época anticuerpos que protegen al bebé. Eso sí, lávate las manos y ponte una mascarilla siempre que tomes al niño en brazos.
- En época de gripe no lleves al niño a lugares cerrados y concurridos.
- Si enferma alguien de la familia lo mejor es evitar el contacto. Procura que esté en su habitación y que no comparta toallas, pañuelos o servilletas con el resto de la familia (hazlo hasta una semana después de que desaparezcan los síntomas).
Como verás son medidas muy simples, pero resultan de gran eficacia para evitar que tu hijo contraiga la gripe.
Vacunar a los peques que tienen más riesgo
La Asociación Española de Pediatría recomienda vacunar de la gripe a los niños mayores de 6 meses y adolescentes con enfermedades de base, a estos mismos menores convivientes con personas de riesgo y a todos aquellos niños mayores de 6 meses cuyos padres desean la protección vacunal. Pregunta a tu médico.
Se consideran enfermedades de base o grupos de riesgo:
- Enfermedad respiratoria crónica, incluyendo asma e hiperreactividad bronquial.
- Trastorno renal o hepático crónico.
- Enfermedad cardiovascular crónica o enfermedad metabólica crónica (como diabetes…).
- Enfermedad inflamatoria intestinal crónica.
- Inmunodepresión o inmunodeficiencia (congénita o adquirida).
- Asplenia funcional o anatómica (falta de bazo).
- Enfermedad oncológica.
- Trastorno neuromuscular crónico y encefalopatías moderadas y graves.
- Enfermedad hematológica moderada-grave.
- Malnutrición moderada o grave.
- Obesidad mórbida.
- Síndrome de Down y otras cromosomopatías graves.
- Niños en un tratamiento continuado con ácido acetilsalicílico.
- Niños de 6 meses a 5 años tutelados por la administración.
- Implante coclear.
- Adolescentes embarazadas.
- Enfermedad reumática infantil.
- Prematuridad.
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