La imagen más habitual en la mañana de Navidad o de Reyes en cualquier casa en la que hay niños es la de los pequeños abriendo un paquete tras otro, rasgando el papel de regalo a toda velocidad para descubrir rápidamente qué contiene y pasar al siguiente. Un festín que se suele repetir en casa de los abuelos o de los tíos.
Papá Noel y los Reyes Magos suelen ser generosos, pero hay ocasiones en las que se pasan y dejan a algunos niños un verdadero arsenal de juguetes. ¿Son realmente afortunados al recibir tanto? Psicólogos y pedagogos lo tienen claro: la abundancia de regalos no es favorable para los niños. "Al darles todo lo que piden, se vuelven inmaduros e insaciables. A la larga, se convertirán en adultos insatisfechos, para los que nunca nada será suficiente". Así de rotunda lo resume Alicia López de Fez, directora de Centro de Psicología López de Fez en Valencia.
La primera consecuencia que tiene estar colmado de regalos es que "el niño no puede atenderlos a todos, le creamos una cierta dispersión y es imposible que juegue con todo", apunta Victòria Gómez Serés, vicepresidenta del Col·legi de Pedagogs de Catalunya. "Suelen tener más de los que pueden disfrutar. Si se convierte en algo normal, se pierde la emoción", alerta la psicopedagoga Maite Vallet.
También es frecuente que a los Reyes Magos se les vaya la mano con el valor de lo regalado. "Cuando son muy caros, desproporcionados para su edad, anestesian a los niños en valores como la austeridad", añade López de Fez.
LA SOLUCIÓN ESTÁ EN LA ANTICIPACIÓN
¿Qué pueden hacer los padres? La receta es sencilla pero requiere que la practiquen a lo largo de todo el año: establecer límites. Si a los hijos se les va enseñando que no pueden tenerlo todo, a evitar el consumismo y a apreciar el valor de las cosas, cuando llegue la Navidad entenderán que no se pueden pedir el catálogo de juguetes entero y que esta época no se trata de una competición por recibir mucho y caro.
Los padres deberían ponerse de acuerdo con Papá Noel y los Reyes Magos con antelación y "velar para que no haya una invasión de regalos. Si no, se mete a los niños en una vivencia de consumismo", exhorta la psicóloga María Jesús Álava.
Su colega López de Fez coincide en que son los padres quienes deben "poner límites al número de juguetes que van a recibir sus hijos, teniendo en cuenta lo que es necesario, coherente y prioritario". A los paquetes que el niño descubre en su casa el 25 de diciembre o el 6 de enero (o ambos), se suman los que aparecen en la zapatilla que los abuelos, tíos u otras personas cercanas ponen por ellos. En ese caso, los padres también deben llevar la voz cantante y establecer "un diálogo sereno y cordial, diciéndoles que se entiende que lo hacen con la mejor intención, pero explicándoles los efectos negativos del exceso de regalos en los niños", aconseja esta especialista.
ESCRIBIR LA CARTA CON ELLOS
Los padres también tienen una oportunidad de oro en el momento de escribir la carta a los Reyes junto a sus hijos para acotar qué y cuánto van a pedir. "Si vemos el catálogo de juguetes con él, podemos ir proponiéndole alguno o explicándole por qué otro igual es mejor descartarlo y así nos anticipamos. Además, antes de pensar en qué nos haría ilusión a nosotros, hay que tener en cuenta qué es lo que el niño necesita y qué juguete va a despertar sus habilidades cognitivas, sociales o motrices", recomienda Gómez Serés. Según el coach de padres David Cuadrado —ponente en el evento el evento Gestionando Hijos celebrado el 11 de diciembre en Madrid junto a Vallet y Álava—, si el niño pide un videojuego, por ejemplo, es mejor aconsejarle uno que fomente buenos valores "en vez de otros ultracompetitivos o violentos".
"Es bueno que los padres pregunten a los niños qué regalos les hace realmente ilusión recibir, porque eso obliga a los pequeños a hacer una selección. Se trata de minimizar las elecciones impulsivas que hacen influenciados por la publicidad", añade López de Fez.
DOSIFICAR Y COMPARTIR
Si pese a todos los esfuerzos los camellos vienen bien cargados, los expertos recomiendan dos alternativas. La primera es que los padres se encarguen de dosificar esos juguetes a lo largo del tiempo. Según la psicóloga Vallet, "si los Reyes se pasan, se puede guardar parte de los regalos e irlos sacando cuando el niño le haya dado todo el uso a los juguetes que tiene". Con ella coincide Gómez Serés: "La misión de los papás es ver a qué juega más y qué le viene mejor en cada momento y guardar lo demás para otras celebraciones".
La segunda opción es despertar en el niño el deseo de compartir. "Si el niño recibe por ejemplo seis regalos, ¿por qué no le planteamos si quiere donar uno para otro niño que no tenga?, plantea Cuadrado. "Lo haga o no, por lo menos conseguiremos que piense sobre ello".
Elena Santos
huffingtonpost.es
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